Una
vez formados para la batalla, los hoplitas griegos, los mejores
soldados del mundo antiguo, entonaban sus gritos de guerra, unas
entonaciones para levantar el ánimo. Sabían que tras esto sólo vendría
el todo o la nada, la vida o la muerte. Una señal de trompeta finalizaba
esta muestra de unidad y los heroicos soldados se lanzaban contra el
enemigo con grandes posibilidades de victoria.
Este grito característico de los helenos
se conoce como “péan”, y tiene su origen en el Dios Apolo, si bien en
sus inicios hacía más referencia a su poder ‘sanador’ que a la guerra.
La derivación de Apolo también hacia lo militar provocó su uso para
estos fines.
De origen muy antiguo, unos de sus principales valedores fue el poeta espartano Tirteo (s. VII a.C.), lo que ayudó a que se expandiera por toda Grecia.
“Una vez todo estuvo preparado, se colocaron en orden de batalla. Cuando hubieron entonado el pean y la trompeta hubo sonado, se lanzaron a la carrera los hoplitas disparando flechas, dardos, lanzas…” Anábasis libro V (14) (Jenofonte)