Para hablar de la
pintura griega es necesario hacer referencia a la cerámica, ya que precisamente
en la decoración de ánforas, platos y vasijas,cuya comercialización era un
negocio muy productivo en la antigua Grecia, fue donde pudo desarrollarse este
arte.
Al principio los
diseños y dibujos eran elementales formas geométricas que apenas destacaban
sobre la superficie.
En el período arcaico
( siglos VII y VI a. C. ), se incluyó la figura humana, de un grafismo muy
estilizado. En medio de las nuevas tendencias naturalistas, ésta cobró mayor
importancia al servicio de la representaciones mitológicas.
La cerámica griega
alcanzó un importante desarrollo. A lo largo del siglo VI a. C. los ceramistas
atenienses impondrán su estilo, caracterizado por las figuras negras sobre
fondo rojizo. El cuerpo del vaso sirve para representar toda clase de temas,
imponiéndose lo narrativo sobre lo decorativo.
A finales de este
siglo se produce un cambio significativo en el cromatismo de las piezas ya que
las figuras tendrán el color rojo del barro y el fondo se pintará de negro.
Polignoto será la primera gran figura, dotando al dibujo de un importante papel
y limitando los colores al rojo, el blanco, el negro y el amarillo.
Sin embargo no se
produce ningún cambio en la temática ni en la disposición de los asuntos en las
piezas. Los lékythos tienen un carácter exclusivamente funerario ya que sirven
para guardar las cenizas del difunto. Al ser alargado, deforma menos la figura
e incluye policromía con azules, amarillos, ocres o morados.
Con el paso del
tiempo, las figuras se fueron enriqueciendo progresivamente hasta cobrar
volumen. Aparecieron, entonces, los primeros dibujos de plantas y animales
enmarcados por guardas denominadas "meandros".
Las escenas se
organizaron en franjas horizontales paralelas que permitían su lectura girando
la pieza de cerámica. Con el reemplazo del punzón por el pincel los trazados se
volvieron más exactos y detallistas.