Os preguntaréis cómo calculaban ese
tiempo si no existían cronómetros ni relojes. Para contestar debemos
fijarnos nuevamente en el magnífico cuadro de arriba. Vemos en el centro
de la imagen un recipiente colocado detrás de una figura dorada que
bien podría corresponder a un reloj de agua (clepsidra).
Este ingenio no era nuevo, los egipcios ya lo utilizaban sobre todo por
la noche cuando no se podía utilizar el reloj de sol, obviamente.
Después, los romanos lo copiarían de los griegos tanto en sus tribunales
como para medir el tiempo de las interminables y odiosas guardias
nocturnas castrenses.
Las clepsidras consistían en vasijas de
cerámica que se llenaban de agua hasta el borde, con un orificio en su
base de un tamaño prefijado para asegurar la salida del líquido por un
tubo de bronce a una velocidad preestablecida. Dentro del recipiente se
encontraban otras marcas que indicaban los diferentes períodos de
tiempo. Podríamos decir que eran los cronómetros de la antigüedad,
incluso Platón ideó un despertador con este mecanismo.